Como seres humanos vivimos dos vidas: una en el mundo despierto y otra, cuando al cerrar los párpados, dormimos.
Es común pensar que nuestro cuerpo al dormir se comporta como si fuera un automóvil estacionado por la noche, sin movimiento, con el motor y las luces apagados. Esto dista mucho de ser así.
Durante el sueño los músculos del cuerpo se tensionan y se relajan constantemente. El pulso, la temperatura, y la presión sanguínea aumentan y disminuyen cíclicamente.
A través de nuestro sistema nervioso se producen infinitos intercambios químicos cruciales para nuestro bienestar. El cerebro conjura historias fantásticas, con los más variados argumentos, acciones y actores. De hecho, con tanta actividad parece increíble que podamos dormir.
Cuando dormimos, descendemos lentamente hacia distintos niveles de sueño. Apenas cerramos los ojos y nos quedamos dormidos, el cerebro entra en el primer estadio llamado “sueño quieto” o “ligero”. 1) Esta primer fase es una especie de zona crepuscular entre el estar despierto y dormido. El cerebro produce ondas irregulares y rápidas, y la tensión muscular decrece. La respiración se suaviza. Suele pasar durante estos momentos que si se despierta al dormido durante esta etapa, reaccionará con rapidez y negará haberse quedado dormido.
2) En un segundo estadio, las ondas del cerebro se alargan y regularizan y son afectadas sólo por una repentina y aislada actividad eléctrica. En esta fase se ha cruzado definitivamente el límite entre el estar despierto y dormido. Si alguien levantara suavemente los párpados del durmiente, este no se despertaría; sus ojos ya no responden a los estímulos.
3) Descendiendo hacia el tercer estadio, las ondas cerebrales aumentan en tamaño y lentitud. En este estadio de profundo sueño, las funciones de todo el organismo en su conjunto son cada vez más lentas.
4) En la cuarta fase se entra en la total inconsciencia, donde se está tan fuera del mundo que ni una tormenta podría despertar al que duerme. Un electroencefalograma revelaría ondas cerebrales extremadamente largas y suaves. Hasta aquí, el descenso hasta el cuarto estadio dura aproximadamente más de una hora de sueño.
Al terminar este ciclo llamado Sueño Quieto se empieza a escalar los estadios al revés sin llegar a despertarse, pero sí a quedar en el llamado Sueño Activo. Como en este estadio las pupilas se mueven constantemente, se lo denomina la fase de REM (Rapid Eye Movement), o MOR, en castellano.
A los cuatro estadios de Sueño Quieto se los denomina N REM o Non REM Sleep, porque el movimiento rápido de los ojos no se detecta durante esa etapa.
Durante el REM, las ondas cerebrales recuerdan a las que se dan al estar despiertos. Los músculos largos del torso, brazos, y piernas están paralizados, pero los dedos de manos y pies pueden crisparse.
El flujo sanguíneo del cerebro se acelera y la respiración se hace también mas rápida y entrecortada. Durante el REM el cerebro deja de emitir señales a la médula espinal, lo que impide llevar los sueños a la acción.
REM es el estadio de los sueños vívidos, donde si se despierta a una persona, probablemente recuerde fragmentos de sus fantasías. Luego de 10 minutos de REM se vuelve a descender en los estadios del Sueño Quieto.
El ciclo completo de REM y Non REM es de aproximadamente 90 minutos. En las primeras horas de la noche, predomina el REM. Por la mañana se recorre el circuito del sueño completo cuatro o cinco veces más.
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